Gianna Beretta Molla                       

 

T E S T I M O N I O   D E L   M A R I D O

 

En abril del 1971 Pietro Molla escribe un pequeño libro: "Gianna Molla Beretta. Escritos, recuerdos, testimonios",  y lo dedica a sus hijos, Pierluigi, Laura y Gianna Emanuela. Comienza el libro con el siguiente testimonio:

"La vida de Mamá es un acto y una acción perenne de fe y caridad; es una búsquedad incansable por encontrar la voluntad de Señor en cada ocasión y en cada acto  por medio de la oración y la meditación la Santa Misa y la Eucaristía es un realizar continuamente los preceptos y los consejos evangélicos también aquellos que llaman al deber, al apostolado y al amor,  aunque cuando el sacrificio que se realiza sea  el de la propia vida."  

 

El 28 de abril del 2002, para el aniversario de los cuarenta años del nacimiento al cielo de Gianna, Pietro escribía "Gianna, siento vivísima tu presencia en el recuerdo de los seis meses de noviazgo, de los seis años y medio de vida matrimonial y familiar en plena y perfecta alegría con nuestros hijos. Cuando el Señor te ha llamado al Paraíso, hace cuarenta años,  hemos continuado si bien en el sufrimiento a sentirte  siempre mas presente y cercana como  nuestra protectora  desde el cielo. Desde el día que Mariolina ha llegado también al cielo, se convirtieron ambas en nuestros ángeles protectores.

Has vivido toda tu vida en la gracia de Dios y agradeciéndolo por cada cosa bella  y buena recibida. Con la sonrisa de quien transforma la alegría y el bien recibido en la alegrķa de dar al prójimo con una sonrisa serena y alegre; de quien lleva a Jesús en el corazón y lo hace como una referencia  privilegiada; esa sonrisa que llega al corazón que asiste y asegura, que da un sentido de serenidad y de paz.

Queridísma Gianna, con tu sonrisa continuas a ser nuestro el custodio, y a infundir en todos aquellos que están en dificultad y sufren: tu fuerza de ánimo, tu confianza en la Divina Providencia, tu esperanza, tu serenidad, tu coraje y tu alegría de vivir, y ayúdanos a ser siempre mas dignos de una sonrisa así grande y benéfica."

 

Bodas de oro de Gianna y Pietro

1955 - sábado 24 septiembre - 2005

 

De aquella mañana del sábado 24 de septiembre de 1955 siento todavía la conmoción indecible que me produjeron los aplausos improvisos en la Basílica de San Martino di Magenta, cuando mi amada Gianna entró en la Iglesia acompañda del hermano mayor Francesco, hasta la llegada al  altar de nuestra Boda!  

"Gracia mas grande y mas deseada no podía hacerme mi Madre del Cielo, la Virgen del Buen Consejo de la Iglesia de Ponte Nuovo", como le había escrito a Gianna el 22 de febrero de 1955.  En esta Iglesia por invitación de Gianna, que yo he aceptado con todo entusiasmo, hice el Triduo de Santas Misas y Comuniones, el 21-22-23 de septiembre, preparándome espiritualmente para recibir el sacramento del Matrimonio; Gianna hizo el Triduo en el Santuario de la Asunción; en Magenta. "La Virgen unirá nuestras oraciones y deseos", me escribió Gianna el 4 de septiembre, "y porque la unión hace la fuerza, Jesús no puedo dejar de escucharnos y ayudarnos".

Fue Gianna a pedirme expresamente de casarnos en la bellísima Basílica de Magenta, "su" Basílica como la solía llamar, la Iglesia que ella mas amaba, donde a pocos de días de su nacimiento había recibido el Santo Bautismo; en donde había participado con tanta asiduidad y devoción a la santa Misa, y ha visitado y rezado tantas veces el Santísimo Sacramento.

Por mi carer tímido y reservado hubiese preferido contraer matrimonio en una pequeña iglesia perdida en la montaña en presencia de pocas personas.  Hice el gran  sacrificio con entusiasmo, de contraer enlace en la gran basílica para alegrar a mi Gianna, que tanto deseaba casarse en su parroquia. Ella allí estaba en su casa, y aún hoy en día se advierte su presencia, se respira su aire, su gran fe y su gran espíritu de oración. Fue Gianna quien eligió personalmente los claveles blancos para la decoración de la Basílica cuando termina ceremonia donó su bouquet de flores al altar de la Virgen a la cual era tan devota.

El P. Giuseppe, hermano de  Gianna, ha bendecido nuestro matrimonio y recuerdo en manera particular que nos ha exhortado afectuosamente a testimoniar el evangelio y a la santidad tomando como ejemplo ""sus santos padres": para Gianna fue verdaderamente una exhortación profética!

Desde  esa mañana empezó para nosotros la plenitud de nuestra nueva vida: un sucederse de días de alegría inefables, con nuestros maravillosos niños, y de serenidad luminosa, de ansiedades y de sufrimientos, hasta aquel sábado 28 de abril de 1962 en que vi a Gianna irse al Cielo, alcanzando la cumbre del amor más grande que Jesús nos ha indicado.

Y el Señor en su infinita misericordia me ha bendecido nuevamente con un don y una gracia singular e inmensa: "me ha "donado nuevamente" una esposa y una madre santa para nuestros hijos y para el mundo entero! Muchas veces digo que no me alcanzará toda la eternidad para agradecer al Señor por el singular don que me ha hecho, entre los tantos dones que he recibido de Él y continuó a recibir en mi larga vida.

A Él que me ha concedido la gracia de ver a mi amada Gianna elevada a los honores más altos de los altares, le  dirijo mi humilde oración para que me conceda también la gracia de poderme arrodillar delante ella y honorarla y rezarle en "su" Basílica de Magenta.

 

 

 

 

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