P E R F I L B I O G R A F I C O
La familia
Gianna nace en Magenta (Milán), el 4 octubre de 1922, fiesta de San Francisco de Asís en la casa de campo de los abuelos paternos. El 11 de octubre recibe el Santo Bautismo en la Basílica de San Martín, con el nombre de Giovanna Francesca. Sus padres, profundamente cristianos, eran terciarios franciscanos. Era la décima de trece hijos, cinco de los cuales murieron en edad muy temprana, y tres se consagraron a Dios: Enrico, médico misionero capuchino en Grajaú Brasil, con el nombre de Alberto; Giuseppe, sacerdote ingeniero en la diócesis de Bergamo; Virginia, médico, religiosa Canosiana, misionera en la India. La familia Beretta vivió hasta el 1925 en Milán, en Piazza Risorgimento n 10; durante los 18 años de su residencia en esta ciudad, frecuentó asiduamente la Iglesia de los Padres Capuchinos en el Corso Monforte. En el año 1925 después que la gripe española, se llevara tres de los cinco hijos que murieran en edad temprana, y que la hermana mayor Amalia, de 16 años, tuviera un principio de tuberculosis, la familia se transfirió a Bergamo en Borgo Canale n, donde el aire de las colinas era mas saludable. El papá de Gianna, Alberto, nacido como ella en Magenta, era un empleado de la fábrica textil Cantoni, e hizo enormes sacrificios para que todos sus hijos pudiesen estudiar hasta recibirse, reduciendo todos los gastos que consideraba inles, como por ejemplo dejar de fumar su cigarro. Hombre de una fe profunda, de una piedad sincera, profunda y alegre, fue para su hijos un gran ejemplo cristiano: todos los días se levantaba a las 5 para ir a la Santa Misa, y comenzar así delante del Señor y en su nombre, la jornada de trabajo. También la madre, María De Micheli, nacida en Milán era una mujer de una profunda fe, de ardiente espíritu de caridad, de carácter humilde, pero al mismo tiempo fuerte. Juntos con sus hijos iba a la Santa Misa, después que el marido partía para tomar el tren, hacia Milán a trabajar. Mamá María se ocupó de cada uno de sus hijos como si fuese el único; los corregí ayudándolos a entender sus errores y a veces bastaba solo una mirada. Siempre les estuvo cerca: hasta llegó aprender latín y griego para poder ayudarlos en los estudios.
La juventud Gianna, desde los primeros a de la juventud, adhirió plenamente el don de la fe y la educacicón cristiana que recibió de sus óptimos padres, que con sabiduría vigilante la acompañaron en el crecimiento humano y cristiano; y la llevaron a considerar la vida como un don maravilloso de Dios, a tener una fe sin limites en la Divina Providencia y a tener la certeza de la necesidad y eficacia de la oración. Fue educada en lo esencial, en la sensibilidad hacia los pobres y las misiones, según el estilo franciscano. Inmersa en esta atmósfera familiar de gran fe y amor por el Señor, Gianna recibió la Primera Comunión a los cinco años y medio, el 4 de abril de 1928, en la Parroquia de Santa Grata en Bergamo Alto. Desde aquel día asistió con su mamá todas las mañanas a la Santa Misa: la Santa Comunión se convirtió en su alimento indispensable cotidiano, soporte y luz de su niñez, adolescencia y juventud. El 9 de junio de 1930 recibió la Santa Confirmación en la Catedral de Bergamo. Creció serenamente, dedicándose a sus hermanos, sin perder jamás el tiempo: amaba todas las cosas bellas, la música, la pintura, las excursiones. En aquellos años no faltaron pruebas, sufrimientos y dificultades, que a Gianna no le causaron traumas o desequilibrios, dada la riqueza y profundidad de su vida espiritual, al contrario le perfeccionaron la sensibilidad y le ayudaron a potenciar su virtud. En enero del 1937 muere su queridísima hermana Amalia, a los 27 años, y la familia se transfiere a Genova Quinto al Mare, ciudad que era sede universitaria, y que además favorecía que la familia estuviera junta, como era el deseo de su padre Alberto. Aquí Gianna se inscribió en la escuela media, en el Instituto de las hermanas Doroteas. Durante su estadía en Génova, Gianna maduró profundamente en su vida espiritual. Durante la realización de los Ejercicios Espirituales, predicados por el Padre Jesuita Michele Avedano del 16-18 de marzo de 1938, Gianna tenía solo quince años y medios, tuvo una experiencia fundamental y decisiva para su vida. De estos ejercicios han quedado el cuaderno de treinta páginas, de "recuerdos y oraciones de Gianna, entre los propósitos se lee: "quiero temer al pecado como si fuese una serpiente; y repito de nuevo: mil veces morir antes que ofender al Señor. Y entre sus oraciones: "O Jesús te prometo someterme a todo aquello que permitas que me suceda, solamente hazme conocer tu voluntad...". Contribuyó también en manera determinante, en el crecimiento espiritual de Gianna; la acción pastoral del excelente Poco di Quinto al Mare, célebre liturgista Mons. Mario Righetti: el se convirtió en su director espiritual, la tenía como activa colaboradora de la Acción Católica como delegada de las mas pequeás. Y le inculcó el amor a la liturgia, que fue para ella fuente de vida espiritual; en Genova consiguió el Misal cotidiano de Caronti, que usó diariamente. Cuando terminó el 5º año de la escuela secundaria, los padres de Gianna creyeron oportuno suspender durante un año sus estudios, a fin que se reforzase su delicada constitución física, y ella se sometió docilmente, pasando así un año en dulce compañía con sus padres, contenta de tener la ocasión de conocerlos más e imitar siempre más sus virtudes. En Octubre de 1939 retoma sus estudios, frecuentando el liceo clásico, en el Instituto de las hermanas Doroteas de Lido d'Albaro. Los ataques aéreos sobre Genova hicieron sufrir mucho a mamá María que estaba enferma del corazón y es así que la familia, en octubre del 1941 regresó a Bergamo, a la casa de los abuelos maternos en San Vigilio. Fue justamente, en el año en que terminaba sus estudios secundarios, que Gianna perdió ambos padres, con una diferencia de cuatro meses, primero la madre, el 29 de abril de 1942, a la edad de 55 años, y después el padre, el 10 de septiembre, a los 60 años.
La edad adulta En octubre de 1942, después de la muerte de sus padres regresó con todos sus hermanos a Magenta, a la casa donde había nacido. En noviembre del mismo año se inscribió y frecuenta la Facultad de Medicina y Cirugía primero en Milán y después en Pavía, donde se recibió el 30 de noviembre de 1949. Durante sus años universitarios fue una joven dulce, con mucha fuerza de voluntad y reservada, creciendo cada vez mas en su vida espiritual: cada día participaba en la Santa Misa y recibía la Santa Comunión en el Santuario dell'Asunta. Los días de la semana hacía la visita al Santísimo Sacramento y la meditación, recitaba además el Santo Rosario. Estos fueron los años en los cuales Gianna junto a sus hermanas Zita y Virginia, se insertaron en la vida comunitaria de la Parroquia de San Martino, ofreciendo su propia colaboración al Párroco, Mons. Luigi Crespi, y trabajando intensamente en la educación de la juventud del Oratorio de las Madres Canosianas, que se convirtió en su segunda casa. Mientras se dedicaba a sus estudios universitarios, ejercitaba su fe en un generoso empeño de apostolado entre las jóvenes de la Acción Católica, y además hacía obras de caridad con los ancianos y necesitados en la Conferenze delle Dame di San Vicenzo, sabiendo que "Dios ama al que da con alegríaquot; (2 Cor. 9,7): amaba a Dios y deseaba que muchos lo amaran. La impresión que daba la resume una compañera de escuela: "Gianna donaba su sonrisa sincera, llena de dulzura y de calma, reflejo de su alegría serena y profunda, propia de un alma que tiene paz". Después de haberse licenciado como Médica, el 1 de julio de 1950 Gianna abrió un consultorio médico en Mesero, mientras que en Magenta continuó sustituyendo a Fernando, su hermano médico, cuando él lo necesitaba. El 7 de julio de 1952 en Milán, se especializó en Pediatría y prefería entre sus pacientes a los pobres, las madres gestantes, niños y ancianos. Mientras ejercía su tarea de médico, que sentía y practicaba como una misión, siempre dispuesta a actualizarse y a ayudar el cuerpo y el alma de su gente, creció un compromiso generoso en la Acción Católica, dedicándose a las más jóvenes. Contemporamente satisfacía en la música, la pintura, el ski y el alpinismo su gran alegría de vivir y de disfrutar del encanto de la creación. Se planteaba su vocación rezando y haciendo rezar, lo que consideraba un don de Dios, porque en el seguir bien nuestra vocación depende nuestra felicidad terrena y eterna. De las cartas que le enviaba su hermano Padre Alberto, donde le contaba acerca del trabajo que debaía afrontar solo todos los días, maduró en ella la especifica vocación misionera y la decisión de seguirlo a Grajaú para ayudarlo. Pero su constitución física no era fuerte, y su director espiritual la convenció ue este no era su camino. Gianna se tranquilizó, esperuó quee el Señor le diera una señal. El 8 de diciembre de 1954, con ocasión de la celebración de la Primera Misa del Padre Lino Garavaglia de Mesero, Gianna tuvo su primer encuentro oficial con el hombre de su vida, el ingeniero Pietro Molla. Era dirigente de la S.A.F.F.A, la famosa fabrica de cerillas de Magenta, pertenecía también a la Acción Católica y era un laico comprometido en su parroquia de Mesero. Gianna y Pietro habían sido invitados por el Padre Lino Garavaglia.
El compromiso y el matrimonio El compromiso oficial fue el 11 de abril de 1955, lunes de pascua, con la celebración de la Santa Misa, celebrada por Don Giuseppe, hermano de Gianna, en la Capilla de las Madres Canosianas, en Magenta. Gianna y Pietro vivieron su amor a la luz de la fe. "Queridísimo Pietro..." le escribió Gianna en su primera carta, el 21 de febrero de 1955, "ahora estas tú a quien yo quiero bien y pretendo donarme para formar una familia verdaderamente cristiana." Le escribe el 10 de junio de 1955 "Te amo mucho mucho Pietro, y siempre estas presente, desde la mañana, durante la Santa Misa, en el ofertorio ofrezco con mi trabajo, tu trabajo, tus alegrías, tus sufrimientos; y después durante todo la jornada hasta la noche". Gianna disfrutaba de su período de noviazgo radiante de alegría y siempre sonriente. Agradecía y rezaba. Era clarísima en sus propósitos y en proyectar su nueva familia, y al mismo tiempo, era maravillosa transmitiendo a Pietro su gran alegría de vivir. Le preguntaba como tenía que ser para hacerlo feliz, lo invitaba a dar gracias juntos al Señor por el don de la vida y por todas las cosas bellas. Se preparó espiritualmente para recibir el "Sacramento del Amor", con un triduo, Santa Misa y Santa Comunión que le propuso también a su futuro esposo: Pietro lo hacía en la Iglesia de la Madonna del Buen Consiglio en Ponte Nuovo, y ella en el Santuario de la Assunta en Magenta. Pietro le dio las gracias a Gianna por el santo propósito del Triduo, y lo realizó con todo el entusiasmo. Gianna y Pietro se unieron en matrimonio el 24 de septiembre de 1955, en la Basílica de San Martino en Magenta. Se establecieron en Ponte Nuovo, en una casa muy acogedora, reservada a la familia del Director de la fábrica de la S.A.F.F.A. a pocos metros de distancia de la Iglesita del Buon Consiglio, en donde Gianna se dirigía cotidianamente para rezar y participar de la Santa Misa. En la pequeña localidad de Ponte Nuovo, Gianna, desde el 1956 se dedicó con empeño a la tarea como responsable del Consultorio de las Mamás y Jardín Materno, que hacía referencia a la Obra Nacional de la Maternidad y la Infancia (O.M.N.I) y también asistió voluntariamente como medico en la escuela Materna y Primaria del Estado. Fue una esposa feliz, y el Señor escuchó prontamente su deseo de convertirse en mamá mas que feliz de mucho hijos: el 19 de noviembre de 1956 nace Pierluigi, el 11 de diciembre de 1957 María Zita (Mariolina) y el 15 de Julio de 1959 Laura, los tres nacieron en la casa de Ponte Nuovo. Gianna supo armonizar, con sencillez y equilibrio su deberes de madre, de médico en Mesero y en Ponte Nuovo, con su gran alegría de vivir. En esta armonía vivió con una gran fe, conformando su obrar y decisión con coherencia y alegría Gianna se sintió plenamente satisfecha en su comunión de vida y de amor en la familia, y esta felicidad se hizo más plena con el nacimiento de sus hijos.
El misterio del dolor y la confianza en la Divina Providencia En septiembre de 1961, hacia el fin del segundo mes de un nuevo embarazo, Gianna se ve envuelta en el misterio del sufrimiento y del dolor: tenía un voluminoso fibroma, tumor benigno en el útero. Antes de la cirugía(en la que le debían sacar el fibroma) que se realizó en el Hospital San Gerardo di Monza, aunque sabía el riesgo que significaba seguir adelante el embarazo, le suplicó al cirujano que salvara la vida que llevaba en su seno, y se confió a las oraciones y a la Divina Providencia. Salvaron la nueva vida. Gianna dio gracias al Señor y pasó los siete meses que la separaban del parto con una gran fuerza de ánimo y con un inmutable empeño de madre y de medico. Estaba ansiosa y temía que la criatura que lleva en su seno pudiese nacer con problemas y rezaba para que no fuese así. Algunos días antes del parto, aunque confiando en la Divina Providencia, estaba dispuesta a entregar su vida con tal de salvar la del bebé "Me dijo explícitamente"; -recuerda el marido Pietro- "con tono decidido y al mismo tiempo sereno, con una mirada profunda que no olvidaré mas: "Si tuvieseis que elegir entre el niño y yo, ninguna duda: elegid -y lo exijo- al niño. Salvad al niño" Pietro que conocía muy bien la generosidad de Gianna, su espíritu de sacrificio, el peso y la fuerza de sus decisiones, se sintió en la obligación de conciencia de tener que respetarla, aunque hubiese consecuencias extremamente dolorosas para él y sus hijos. Para Gianna la criatura que llevaba en el seno tenía los mismos derechos de vivir que Pierluigi, Mariolina y Laura, y ella en ese momento sólo era el instrumento de la Providencia para que esa nueva criaturita viniera al mundo; y a los otros hijos, su educación y su crecimiento ella se los confiaba a la Providencia a través de sus familiares. La elección de Gianna fue una decisión tomada a partir de su conciencia de madre y de medico; y podía entenderse solo a la luz de su gran fe, de su firme convicción sobre el derecho sagrado a la vida, el heróismo del amor materno y la plena confianza en la Providencia.
El sacrificio y el don de la vida En la tarde del 20 de abril de 1962, viernes santo, Gianna fue nuevamente internada en el Hospital San Gerardo di Monza, donde le provocaron el parto. Quería que el bebé naciera por parto natural, considerándose la vía menos arriesgada, pero no fue posible. La mañana del 21 de abril, sábado santo, dio a luz a Gianna Emmanuela, por cesárea, y para Gianna comenzó el calvario de su pasión, que acompañó a la de Jesús sobre el Monte Calvario. Unas horas después del parto el estado general de Gianna se agravó con fiebre cada vez melevada, y dolores abdominales atroces porque se había producido una peritonitis séptica. "Gianna" recuerda la hermana Madre Virginia, que acaba de regresar providencialmente de la India y acudio a asistirla en su agonía "raramente revelaba sus sufrimientos. Rechazos calmantes para estar consciente de todo lo que sucedía. Y además para estar lucida en su relación con Jesús que constantemente invocaba". "si supieras que consuelo he recibido besando tu Crucifijo", le dijo Gianna, "Ay, si no fuese Jesús que nos consuela en determinados momentos!..." "Sacaba la fuerza de su saber sufrir", recuerda la Madre Virginia, "de la oración misma manifestada en breves expresiones de amor y de ofrecimiento: "Jesús te amo" - "Jesús ayúdame" - "Mamá ayúdame" - "María..", seguidas de silenciosas reflexiones". A pesar de todos los tratamientos recibidos, su estado empeoraban de día en día Deseó recibir a Jesús Eucaristico también el jueves y el viernes: a causa de los vómitos que no podía controlar, para no faltar el respeto al Señor, se conformó en recibir sobre los labios una mínima partícula del Pan Eucaristico. El hermano Ferdinando había aceptado la petición de Gianna, de que la avisara con una frase previamente acordada cuando fuera llegando el momento de su muerte. Ferdinando no tuvo el coraje de hacerlo y se lo encargó Madre Virginia, que en el momento oportuno dijo a Gianna: "ánimo, Gianna, Papá y Mamá están en el cielo y te esperan: estas contenta de ir?". "En el movimiento de sus parpados" recuerda Madre Virginia "se podía leer su completa y amorosa adhesión a la Voluntad Divina, aunque también velada, por la pena de tener que dejar a sus amados hijos, aún tan pequeños. Gianna como su Jesús se entregó al Padre". Al alba del 28 de abril, Sábado in Albis, es trasladada, por expreso deseo suyo manifestado a su marido, a su casa de Ponte Nuovo, donde murió a las 8 de la mañana. Tenía solo 39 años. Su funeral celebrado en la Iglesia de Ponte Nuovo, fue una gran manifestación unánime de profunda emoción de fe y de oración Fue sepultada en el Cementerio de Mesero, donde reposa hasta hoy en la Capilla de la Familia, mientras rápidamente se difundia la fama de santidad por su vida y por el gesto de gran amor, que la había coronado. Junto a Gianna reposan en la Capilla de la Familia: Pietro que se ha encontrado con su esposa en el Cielo el día del sábado Santo, 3 de abril de 2010; su hija Mariolina, que falleció l 12 de febrero de 1964 a causa de una glomerulonefritis aguda; la hermana de Pietro, Teresina, muerta por nefritis a la edad de 23 años; y los padres de Pietro, María Salmoiraghi y Luigi Molla.
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